Las Palomas de Luisa
Cada señal tiene un idioma; el de Luisa nació entre maíz, arroz y palomas.
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Hay conexiones que no necesitan palabras. Algunas se tejen en silencios, en gestos cotidianos, en la ternura de un regalo. Así nació el lazo entre Matías y Luisa, nuestra vecina dominicana, quien un día le regaló a mi hijo su cebra amada. Desde entonces, Matías encontró en ella un canal muy especial. Y eligió las palomas como puente entre su cielo y nuestra tierra.
Muchas de esas manifestaciones están escritas en el Libro de Matías, Por Siempre A Mi Lado: Sinfonía del Mas Allá, Señales de Eternidad y la Inspiradora Vida de Matías, donde los invito a descubrir cómo un niño tan pequeño ha sabido mostrarnos, una y otra vez, que la muerte no existe. Hoy quiero compartir dos de las más recientes, que Luisa vivió como un abrazo directo de él.
Hace unos meses, Luisa viajaba con su esposo para visitar a su hijo en la universidad en Baltimore. En plena vía rápida, el carro se apagó de golpe. El miedo los envolvió: ¿qué hacer en medio del tráfico, en ese instante de vulnerabilidad? Y fue allí, justo en ese momento, cuando una paloma descendió y se posó en un poste cercano. No hizo falta más: la calma volvió a su corazón. Supo que Matías estaba allí, cuidándolos, transformando la angustia en certeza de compañía y todo se resolvió rápidamente y mejor de lo esperado.
Cuando el cielo se abre en alas para recordarnos que el amor nunca se va 🕊️
La segunda ocurrió apenas este fin de semana. Luisa tuvo que viajar más lejos aún, hasta Alabama, para acompañar a su hijo en un nuevo comienzo. Los aviones no son sus amigos; cada vuelo le provoca inquietud. Pero mientras cruzaba el cielo nocturno, entre las nubes iluminadas por destellos, apareció una figura clara: la silueta de una paloma dibujada entre dos masas de luz. Era imposible no verla. “Eso es una paloma, eso es Matías”, le dijo su esposo. Y Luisa sintió, una vez más, que él estaba con ella.
Al tomar el último vuelo hacia Nueva York, Luisa se encontró con una nueva señal: desde la ventana, justo sobre el ala del avión, una paloma descansaba como si viajara junto a ella. Permaneció allí hasta que aparecieron las luces de la ciudad, y entonces se fue, como diciendo: “Ya estás en casa, ya estás a salvo”.
Las palomas son el idioma que Matías escogió para hablar con Luisa. Señales sutiles, pero inmensas. Recordatorios de que su energía no conoce barreras, que el amor nunca se rompe, que la vida es más grande que lo visible.
Porque Matías sigue aquí. En cada señal. En cada vuelo. En cada paloma que se posa para decirnos: “No temas, sigo contigo”. 🕊️✨
Cómo se tejen las señales ✨
Las señales no aparecen porque sí. Se construyen desde los gestos sencillos que compartimos en vida. En el caso de Luisa, el lazo comenzó en una placita cerca al edificio. Cada mañana ella llevaba uno o dos paquetes de maíz y se los lanzaba a las palomas. Matías la observaba fascinado, hasta que un día Luisa puso una bolsita de maíz en sus manos. Él, feliz, se la lanzó a las palomas y desde entonces esa escena quedó grabada en su memoria.
Por eso, cuando Matías partió, su manera de comunicarse con Luisa fue a través de palomas. Porque él ya sabía que era su lenguaje con ella. Ellos conocen qué nos gusta, qué nos conecta, y desde allí se expresan.
Cada señal es única porque cada vínculo lo es, y en ese misterio está también nuestro regalo: abrir el corazón para descubrir el lenguaje que nuestros seres queridos han tejido con nosotros desde siempre.
Que hermosa realidad, cada dia sintiendo de verdad que Mati está mas vivo que nunca, nuestro angelito, mi angelito……