Dos noches, dos sueños, una presencia
Una visita inesperada en sueños me recordó que el amor verdadero no desaparece: simplemente cambia de forma
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Antenoche, soñé con mi papá.
El próximo 22 de julio, hará 24 años que partió
Mi papá trascendió en el año 2001, pero nunca se ha ido del todo. Lo he encontrado en los números, en los animales, en los sueños, en el temblor de mis propios huesos cuando algo resuena, cuando algo sintoniza en esa frecuencia que solo el alma reconoce.
Esta vez lo soñé.
Estábamos en una morgue que no parecía morgue. Hermosa, como un hospital digno.
Teníamos que identificar a alguien, como requisito para ver a mi papá.
Y cuando lo vi, estaba hermoso. Flaco, sí, pero radiante. Respiraba. Sangraba. Vivía.
Y en ese gesto mínimo, supe que no todo está perdido.
A veces creemos que el duelo es solo pérdida.
Pero hay duelos que son tránsito. Hay muertes que nos invitan a otras formas de vida.
🖤 El duelo tiene muchas formas
Duelo es no poder abrazar a quien amamos.
Duelo es ver cómo el país en el que crecimos ya no existe como lo recordamos.
Duelo es tener que volver a empezar en tierra ajena.
Duelo es ver partir a un hijo, y tener que aprender a vivir con su luz en vez de con su cuerpo.
Pero también es amor.
Un amor que no se extingue, que se transforma.
Que a veces se sienta a cenar contigo.
Que se cuela en los sueños y te dice: "Aquí estoy."
🔢 Los números no mienten
Mi papá se fue un 22 de julio.
Yo tenía 22 años.
22 + 22 = 44, la edad que yo tenía cuando partió Matías, y también la edad que tenía la mamá de mi esposo, cuando murió.
Y mi papá se fue con 57 años.
5 + 7 = 12, un número profundamente cíclico.
Como los meses. Como los signos. Como los apóstoles. Como los pasos que damos al regresar al inicio de todo.
🌒 El duelo como territorio sagrado
Ese sueño no fue casualidad.
Fue una visita. Un mensaje.
Una puerta que se abrió desde el otro lado.
Porque el duelo no siempre es oscuridad.
A veces, es un lugar de reencuentro.
A veces, es el alma recordándonos que no estamos solos.
🌬️ Y sin embargo, están
Hay cuerpos que mueren.
Pero hay presencias que nunca se van.
A veces los sueños nos los devuelven.
A veces los números nos los recuerdan.
Y a veces, basta cerrar los ojos para sentir su aliento junto al nuestro.
💤 Dos noches, dos sueños
Anoche soñé de nuevo con mi papá.
Esta vez, ya no era una morgue ni un hospital:
era la vida misma.
Estaba en Nueva York, con mi mamá y mi hermana. Tenía compromisos, trabajos, una cita médica. La rutina.
Y en medio de todo eso, mi papá llamó.
Venía desde otro estado y se iba a quedar con nosotras, en la habitación, en la vida.
Me habló por teléfono. No recuerdo sus palabras, pero recuerdo su voz.
Estaba presente, en lo cotidiano, como si nunca se hubiera ido del todo.
Y así comprendí algo más del duelo:
Que cuando uno abre el corazón, el alma encuentra el camino.
Que los que amamos siguen regresando, a su modo.
Y que el amor verdadero no se mide en respiraciones, sino en presencias que no se apagan.
Dedicado a mi papá,
y a Matías,
mi hijo, mi estrella.
Porque ambos siguen respirando en mí.
💬 Para ti, lector...
¿Has soñado con alguien que ya partió?
¿Lo viste hermoso, radiante, como si nunca se hubiera ido del todo?
¿Y si no fue solo un sueño?