Dos noches, dos sueños, una presencia (segunda parte)
El mensaje estaba ahí, claro... y hoy se revela por completo.
Este post está disponible también en inglés. Puedes leerlo aquí
Hoy es miércoles, y como cada miércoles, me siento a escribir. Cada post de este día está dedicado a Matías, porque un miércoles llegó a este mundo, y también un miércoles se fue al cielo. El post de hoy iba a ser otro —iba a hablar de un animalito especial— pero la vida, o más bien el cielo, me pidió cambiar los planes.
La semana pasada les conté dos sueños que tuve con mi papá: uno con una morgue que parecía un hospital, y otro donde venía mi papá, como si viniera a visitarme. En ese primer sueño también aparecía un tío mío, hermano de mi papá. Los dos estaban juntos. En ese momento no entendí bien lo que significaban esas imágenes, solo sabía que había algo profundo ahí. Que no eran sueños cualquiera.
Anoche, a las 9 p.m., mi primo paterno —el sobrino de mi papá— partió de este mundo. Lo internaron en el hospital un domingo, justo el mismo día del primer sueño. Estuvo hospitalizado varios días y solo su esposa podia entrar y estar con Él. Fue una escena que, sin saberlo, también apareció en la imagen que compartí en el post pasado: alguien acostado, alguien al lado, en silencio, en despedida.
Hoy comprendo que esos dos sueños eran un mensaje. Que mi papá y mi tío vinieron a avisarme, desde el otro lado. A preparar el alma. A sostenerla, quizás.
Todos los hermanos de mi papá están ya en el cielo. Incluida la mamá de mi primo. Él ya está con ellos ahora. Y con Matías. Me gusta imaginar que fue recibido con amor, con ternura, con esas presencias que se sienten incluso antes de que la noticia llegue.
No escribo esto solo para contar una experiencia personal. Lo escribo porque a veces creemos que los sueños son solo sueños, y no lo son. A veces son cartas del cielo. Y hay que aprender a leerlas con el corazón abierto.
Gracias por estar aquí cada miércoles, acompañando estas memorias que son parte de mi alma y, sobre todo, parte de Matías.
Querido primo, que el cielo te reciba rodeado de amor, entre los tuyos, como quien vuelve a casa después de un largo viaje.