Dos años en el cielo: la huella eterna de Matías
Señales de luz que iluminan el camino del corazón 💙
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Hoy, 30 de agosto, se cumplen dos años desde que nuestro amado Matías
partió al cielo. Dos años desde que dejó su cuerpo físico, pero su esencia, su luz y su energía se expandieron más allá de lo imaginable.
Y me detengo a pensar en lo trascendental que es dejar huella en esta vida. Porque no importa cuánto tiempo estemos aquí, lo que importa es cómo tocamos corazones, cómo despertamos conciencias, cómo sembramos amor.
Matías fue un niño pequeño que, a simple vista, vivió una vida limitada. Nació lejos de la familia, porque cuando apenas yo tenía mes y medio de embarazo, nos vinimos a Nueva York desde Venezuela, sin conocer a nadie, sin tener parientes aquí. Matías creció básicamente con papá y mamá.
A los dos años, justo cuando arrancaba la pandemia, enfermó. Y entre el cáncer y el COVID vivió una vida aún más aislada: no pudo ir a la escuela como otros niños, más allá de un tiempo corto de terapias antes de que el mundo se detuviera. Pasó la mayor parte de su vida en casa, entre médicos, terapias, zebras, elefantes, jirafas…
Pero ahí está el misterio, la enseñanza, la magia: ¿cómo un niño que vivió en aislamiento pudo impactar tantas vidas, incluso de personas que nunca lo conocieron físicamente?
Es lo más increíble: aquellos que menos lo conocieron en persona son quizás los más transformados por su paso. Personas en tantos lugares del mundo que hoy lo sienten, lo sueñan, lo escuchan, que reciben sus señales y que, de alguna manera, han despertado gracias a él.
Y entonces lo entiendo: la huella no depende de la cantidad de tiempo, ni del ruido que hagamos en la sociedad, ni del reconocimiento que recibamos. La verdadera huella se mide en el amor que dejamos y en la conciencia que ayudamos a despertar.
Matías, con su breve paso, nos mostró que la muerte no existe. Que seguimos vivos como energía ilimitada, intangible e invisible, pero más presentes que nunca. Que el alma nunca se apaga, que la conexión es eterna, y que las señales son puentes entre el cielo y la tierra.
Hoy, en su segundo aniversario en el cielo, celebramos la certeza de que Matías sigue aquí, guiando, iluminando, despertando. Y agradezco que me haya mostrado tan claramente su propósito: abrir corazones💙, recordarnos que la vida continúa, y que estamos aquí para aprender, incluso, de lo más difícil.
Para ti, mi niño eterno, y para todos los Children of the Sky 💫, esos seres que brillan más allá de lo visible: que nunca olvidemos que somos eternos, que la vida no termina, y que la huella de un alma luminosa jamás se borra.
🌌 Porque la vida es un ciclo perfecto, como el sistema solar que tanto amas, como los números que te fascinan, como la naturaleza que cuidas con tu ternura, ahora en el cielo. Todo regresa, todo se transforma, nada se pierde. Y en ese eterno giro del universo, tu luz seguirá brillando, siempre, Matías
✨.